domingo, 27 de enero de 2013

Ser un rayito de sol


Despertarse en las mañana a veces se torna cuesta arriba, por decir lo menos. El cansancio acumulado no me permite aclarar ni siquiera que día de la semana es cuando el reloj grita _con un sonido no muy amigable_ ¡LEVANTATE!

Las sábanas no contribuyen mucho si forman una alianza con el frío del alba, pero de lo que si me encuentro segura es que comenzó  el día y con él debo recorrer el camino.
No importa si está nublado o ya la luz del sol se cuela por la ventana, es otra mañana y lo mejor será comenzarla de la mejor manera posible. Para mí eso significa dar gracias a Dios, y, aunque me cueste muchísimo levantarme, es el primer momento que siento el regalo que Él me ha dado, nada menos y nada más que la VIDA.

Por supuesto, ha sido un regalo celestial, pero al mismo tiempo estoy consciente que debo ganármelo también, así que después de mis oraciones muy personales, inspirar es lo segundo en mi lista mental.

Respirar profundo, llenar mis pulmones de aire mientras pienso en lo maravilloso que es estar vivo, tener un cuerpo con el que puedo trasladarme de un sitio a otro; de hecho, hay días que dedico un momento solo para percibir lo grandioso que es poder despertar y escuchar el canto de los pajaritos porque sencillamente cuento con un par de oídos; mirar la hermosa vista desde mi ventana y ver salir al astro rey como si se estirara como lo hago yo también y agradecer tener ojos para observar esa maravilla que se sucede a diario, y así sucesivamente pasaría horas enumerando el milagro de poseer un organismo sano.

Lo siguiente y no menos importante es SONREÏR, aunque me sienta aún con ganas de dormir, y más cuando a mi memoria llega el sin fin de responsabilidades que debo darle frente, pararme frente al espejo y hacer muecas cual niña traviesa, hace que irremediablemente me ría de mi misma, y ¡ahí está!, la primera sonrisa del día, y es para mí.

Luego de eso, me doy cuenta que agradecer e inspirar son cosas que aunque parezcan imperceptibles, conlleva una magia divina en cada amanecer, sobre todo si al sonreír me percato que puedo ser un rayito de sol que sirve de inspiración a esa persona que se refleja en el espejo.

Ya me acordé, es lunes, una nueva semana. Es el mejor momento para darme ánimo a mí misma porque tengo la oportunidad, una vez más, de enamorarme del regalo de Dios  _la vida_ y cuando al final del día, el cansancio me lleve a la cama de nuevo, evaluaré si he sido el rayito de sol para ese hermoso amor.

 Yosmar Herrera