Comienza el día porque el reloj con su insistente alarma así
lo indica. Estirar los músculos y agradecer a Dios sería lo que comúnmente
haría esta joven mamá a diario; pero inexplicablemente llevaba ya varias
semanas gruñendo al despuntar el alba, con un incontrolable deseo de que
realmente no amaneciera.
Ni siquiera se había percatado de su cambio de humor en los
últimos días; sonreía menos, y ser amable estaba fuera de sus prioridades como
ciudadana. Era cierto, siempre tenía más cosas que hacer, en una lista
interminable y poco realista, que horas del día. Pero no es la única, a todas
las mamás, trabajasen fuera del hogar o no, les sucede lo mismo, el tiempo les
es siempre escurridizo.
Contar con poco apoyo en casa, salir a laborar en una ciudad
aventajada con un sinfín de vehículos, lidiar con dos excéntricos adolescentes,
aún estar cursando estudios universitarios y emprender su propio negocio, ¡todo
al mismo tiempo!, se tornaba, para ella en ocasiones, en la esencia de esa
famosa frase que decían sus amigas, “mucho con demasiado”.
Y eso de amistades, sólo en el sentido estricto de un “pin”,
porque en su lista no había tiempo para tomarse un real café, sino de los pocos
aromáticos virtuales.
Esa mañana era tan atropellada como cualquier otra en el año
escolar, salvo que se ganaría lo que nunca pensó que estaría en su expediente
de tránsito: una multa.
Un día con un ambiente húmedo y mal humor por doquier, ya
había discutido con sus hijos por enésima vez, iba tarde al trabajo por las
interminables colas caraqueñas… un día normal, ¡pues!; a pesar de la jarra de
café no se le quitaba la somnolencia, y el ardor en el estómago apuntó a
niveles excesivos, que le causó una mueca en su rostro que olvidó maquillar,
como también olvidó colocar el manos libres al recibir una llamada por su
BlackBerry, mientras trataba de hacerse imponer en el tránsito.
La llamada pudo haberla dejado pasar, total era sólo para
quejarse de lo mal que iba uno de sus querubines en su colegio; pero no, no sólo contestó la llamada,
sino que se instaló a hablar como si se
estuviera haciendo las “mechas” en el salón de belleza, y cuando entraba en
calor en la tertulia, pasó la “autoridad”, dos motorizados de la policía del
municipio, que obviaron las muchas infracciones de los demás motorizados
civiles, pero no su conversación telefónica sin “manos libres”.
Uno de ellos le hace seña que se a orille, la cual, hasta el
día de hoy ni idea de por qué decidió
ignorar. Y gracias a Dios había cola, porque de lo contrario, hubiera
protagonizado un reality de persecución
muy a lo criollo; por supuesto, que los policías en cuestión se adelantaron a
su auto para así hacerla entender que debía obedecer sus órdenes.
Ella se sintió indignada, cerró la llamada con un “¡Ups¡ te
llamo luego” e hizo algo que jamás, ni en su más retorcidos sueños de “cómo una
madre puede dar un mal ejemplo”, se habría imaginado hacer: le lanzó la
camioneta a uno de los policías que en ese momento ya se había bajado de su motocicleta.
Afortunadamente, el policía tenía buenos reflejos y se
apartó a tiempo y le llegó a un costado, para pedirle los papeles. No contenta
con lo que acababa de hacer, bajo el vidrio y comenzó a insultar a la
autoridad…
Les dejo a su imaginación si el relato anterior es de
ficción o no, lo que no es una fantasía es que la señora de dicho relato tenía
los síntomas inequívocos del estrés.
El estrés _de acuerdo con la Gran Enciclopedia Espasa_se
define como un estado de fatiga física y psicológica del individuo, provocado
por exceso de trabajo, desordenes emocionales o cuadros de ansiedad. Aunque en
ocasiones constituye el motor de nuestras vidas, es ante todo uno de los más
feroces enemigos.
En las librerías se encuentra una gran variedad de
literatura al respecto, tanto como para identificarlo, pasando por los
antecedentes históricos del mismo,
causas y utilidad, como para
evitarlo.
El autor de “Muchas vidas, muchos maestros” y “Lazos de
amor”, doctor Brian Weiss, escribió un sencillo pero muy didáctico libro que
trata el problema del estrés, desde diferentes ámbitos de la vida del ser
humano. Se trata de “Eliminar El Estrés” que además trae un práctico CD que
enseña “cómo superar este flagelo, mejorar la salud mental y física para lograr
la armonía interior”.
El doctor Weiss, considera
que “nuestra evolución espiritual y nuestra capacidad de recuperar un estado de
salud normal y equilibrada no han progresado a la misma velocidad que los
factores tecnológicos –por nombrar un ejemplo- causantes del estrés”. Opina,
sin duda alguna, que “en el mundo actual, nuestro cuerpo no dispone de tiempo
para invertir los efectos fisiológicos dañinos. Así pues, continuamente estamos
sumergidos en las hormonas del estrés, pagando por ello un elevado precio
físico y mental”.
Así como, la multa que debió
pagar la protagonista del episodio que
les conté al principio, no sólo por hablar por el celular sin el dispositivo de
manos libres, sino por no entender que es muy perjudicial no saber manejar
correctamente el estrés, como lo dice el reconocidísimo psiquiatra “liberarnos de las emociones y los
pensamientos negativos y descubrir la paz interior, la alegría y la felicidad
es nuestro verdadero objetivo en la vida”.