sábado, 14 de septiembre de 2013

Los Colores del Amanecer

Si existe algo hermoso al despertar es el poder presenciar los colores del amanecer.

Es mágico ver la transformación de una intensa oscuridad a unos rayitos de sol sonriente, que iluminan el alma de quien lo presencia.


Esa paleta de colores que se presenta ante nuestro asombro no es más que el milagro de la vida en el planeta, el automatismo de los días tras las noches sin parar.


De un negro profundo va aclarando pausadamente, sin ninguna prisa. Lo acompaña un sonido natural de seres que conviven con el hombre y obsequian en cada amanecer, su canto dulce y melódico, revoloteando alrededor de las ventanas.

Hace su aparición un tenue rosado en el firmamento, jugando con nubes y neblinas. El sol sonríe de nuevo, tímidamente abrazando con sus tenues rayos que se escapan de su esfera.


Y sin que te percates, la luz con su inmenso esplendor se esparce en un pestañar. Los suspiros dan la bienvenida a un hermoso día, con sus colores desde el amanecer...

@yosmarherrera
Fotos: Yosmar Herrera (Desde el BB)

domingo, 1 de septiembre de 2013

Sécate las lágrimas y SONRÍE

Te acaba de empujar porque le diste la espalda en señal de que no te interesa en lo más mínimo sus reproches. Como no haces ni siquiera el intento de voltear, te agarra bruscamente del brazo y hace que quedes de frente a él.

Comienza de nuevo la perorata que no escuchas, porque del asombro no sales, y se apodera de ti un ligero mareo al ver todo tu mundo hecho añicos de nuevo; creías que habías superado el maltrato... pero no, está ahí de nuevo.

Sécate las lágrimas y sonríe, te dices a ti misma. Perder el “glamour” no está en tus venas. No es tu filosofía. Todos a tu alrededor te ven como un objeto en exhibición, <<sécate las lágrimas y sonríe>>, te repites.

A lo lejos logras distinguir insultos repetidos, con gestos incluidos. El mareo no se va, lo debes ignorar. Le pides que se calme, que no hay necesidad de hacer una escena, que tome su avión y resuelva; en tu memoria aparecen resquicios de dolencias psicológicas...<<sécate las lágrimas y sonríe>>.

Vuelves a tomar tus pasos, en serio ¿tenía que suceder de nuevo? Él decide que no viajará, que no se irá “de esa manera”, preguntándote ¿cuándo te ha fallado”?. La pregunta te causa hasta gracia, pero antes de que se vuelva un poco más hostil, prefieres ni siquiera sonreír, solo secas tus lágrimas.

La ceguera  inducida debería ser su especialidad, con mucho de inmadurez, si, ese es él; después de todo quizás la ciega fuiste tu el día que te enamoraste de ese “ser”. Ahora estando allí, vuelves en ti  regresando a tus dolorosos recuerdos,  estando consciente que ese camino no lo recorrerás más nunca en lo que te queda de vida.

Ahora por decisión propia le sonríes a la vida sin importar las lagunas. “Dime, ¿es que acaso no confías en mí?”_ continúa con su monólogo_ mientras no eres la única que le escucha. ¡Dios mío! ¡Que te deje en paz¡ tienes tanto que hacer en este día, y este señor solo desea armar un berrinche, hacerse la víctima y llamar la atención de cualquiera que le guste un espectáculo entre dos ex.

Un escalofrío recorre tu mente al ver su actitud paranoica, al oír la verborrea ilógica, reflejo de su inconformidad con la vida. Las lágrimas no dejan de caer sobre tus mejillas. Las secas y sonríes, evitando recorrer con la mirada lo que te circunda, suficiente con escuchar el cuchicheo de los transeúntes.

Dando tiempo a que “escampe”, te preguntas cuantas mujeres se encontrarán en esa posición incómoda, en donde su palabra no vale nada, en donde su presencia nunca existió, en donde su personalidad vale tanto o menos que un objeto decorativo...<<sécate las lágrimas y sonríe>>, un nudo en la garganta se hace presente al percatarte que efectivamente, no viajará para disfrutar sus tan "merecidas vacaciones". Regresará a “casa” a reprocharte  per secula seculorum su propia decisión.

Ni modo. Te antepones a las circunstancias y te exiges un tanto de dignidad, no permitiendo que conduzca el auto él. Colocas a todo volumen el reproductor cualquier música que aparezca, así le restas importancia a lo sucedido, sin embargo, tu corazón sabe que lo acontecido tendrá sus consecuencias...no importa te repites, sécate las lágrimas y sonríe.


@yosmarherrera

jueves, 29 de agosto de 2013

¡Sueña en grande! ¡Es Gratis!

Imagina un mundo sin sueños. ¡Noooo, eso sería terrible!

Una gran cantidad de tiempo de nuestra vida se invierte en soñar.

Es esa maravillosa capacidad  que posee el hombre de experimentar cualquier cosa, a veces, sin mover un solo dedo.

Puedes hacerlo con los ojos abiertos, antes de un procedimiento quirúrgico o ante el temor de asumir una hipoteca. Cualquier momento es ideal para soñar.

No existe contraindicación alguna.
Nunca dejes de soñar. 
Y jamás abandones un sueño.

¿Tienes dudas ante el futuro? Pues, es hora de soñarlo como un eterno verano.

Los sueños no se agotan. Los hay de todos los tamaños. Y lo más curioso en tiempos monetizados, ¡son gratis!


 No los limites, sueña en grande.
@yosmarherrera

miércoles, 28 de agosto de 2013

¿Qué es estar feliz?

Se han preguntado alguna vez ¿qué es estar feliz?

No me refiero cuando te reúnes con amigos y disfrutas compartiendo el tiempo con ellos, ¿quién no estaría feliz en ese momento? Ni cuando luego de la dulce espera, llega un hermoso bebé a tu vida y te cambia hasta el brillo de la mirada por tanta felicidad desbordada...

Más bien, mi pregunta se dirige a un día cualquiera, un instante, el que sea... ¿Puedes abrir los ojos en la mañana y decir “¡Dios, qué feliz estoy!?

Sin recordar la mala noche que pasaste, ni las deudas, ni siquiera la fecha del año...

Solo abrir los ojos, y sentir el latido del corazón como una marcha que destina los pasos hacia el futuro desde tu presente: ese primer minuto despierto en una mañana cualquiera.

Sentir el vibrar de la vida misma cuando te estiras y agradeces al Universo un nuevo día.

Es hermoso sonreír sin motivo aparente.  Es bonito dar la bienvenida a tu propio espíritu y consentirte llenándote de alegría.

Luego de un largo suspiro respondo mi propia pregunta:
Sí, me he preguntado ¿qué es estar feliz? Y la respuesta me llena de regocijo.

Estar feliz es sentirse vivo, vibrar con cada minuto y sonreír con cada latido.


@yosmarherrera

lunes, 26 de agosto de 2013

¿Un día más? NOOOO, ¡El MEJOR DÍA!

La dicha de despertar en la mañana es insuperable. Y, si se ha tenido la gran suerte de descansar con un sueño reparador, ¡es la gloria!

Cuando comienza el día, no más abres los ojos, ¿cuál es tu primer pensamiento?

Ese primer pensamiento quizás sea el más importante de todo el día, porque determinará el resto de pensamientos, los guiará, por decirlo de alguna manera.

Si te despiertas y solo piensas en el montón de responsabilidades a cumplir, de seguro el estrés se hará presente desde ese momento y ¡ni siquiera te has levantado de la cama!

Si por el contrario, te esfuerzas a solo respirar y concentrarte en imágenes que incluyan sonrisas por doquier, agudizas los sentidos para aspirar el brillo del amanecer, tu cuerpo reaccionará positivamente, dando paso a un gran día.


Ni se te ocurra salir apurado de entre las sábanas, tómate un tiempo, unos pocos minutos bastan. Usa ese don humano llamado imaginación y escúchate a ti mismo diciendo, este es ¡EL MEJOR DÍA!
@yosmarherrera

domingo, 25 de agosto de 2013

El Descanso

Llega el final de la semana y tienes una sensación de estar terminando algo. Como si llegaras a una meta. Luego de una larga jornada de levantarse de madrugada, comidas atragantadas, saludos escuetos y abrazos olvidados, llega el último día de la semana con su propia sonrisa, a un ritmo tranquilo.

Los días se suceden uno tras otro. A veces en monocolor y en la vía rápida, sin la sobriedad de la observación, sin el latir del calor humano.  Nos desplazamos como máquinas en rutinarias tareas, sin detenernos en un saludo, sin reparar en dolor alguno.

Tic, tac el reloj nos marca los pasos. Tic, tac un día más en nuestra existencia.


Cuando llega el fin de semana, es un alivio para muchos y un descanso para otros.

Un descanso que no implica no tener que hacer tareas, sino tomarlas con conciencia, en la tranquilidad que da el querer hacerlas. Un descanso que te motiva a continuar, a renovarte para volver a comenzar la semana. Ese descanso que es reflexión, que tanta falta hace en nuestra agitada vida.

Un descanso que implica negociar unas horas de sueño, una lectura amena y compartir en familia. Un merecido descanso de la turbulencia del día a día.


Naturalmente, un descanso activo. Pero descanso al fin…no solo como un derecho del cuerpo sino como el deber del espíritu.
@yosmarherrera


viernes, 3 de mayo de 2013

Cada Amanecer


Es extremadamente hermoso poder despertar cada mañana. No me importa en realidad si he pasado una noche de terror por haber tenido sueños cuyas imágenes estuvieron  en 3D reflejando mis peores temores; al abrir los ojos me doy cuenta que solo era una vil pesadilla y que lo que importa es que ha comenzado un nuevo día.






Ahora bien, si despierto a carcajadas por tener sueños en otro idioma y sin embargo, ser tan ocurrente que aún durmiendo focalizo subtítulos en mi idioma materno, para poder entender lo que veo, entonces sé que tendré un día encantador… o quizás no, pero al menos lo inicié con una sonrisa.

A veces hace mucho frío y en una batalla campal con las sábanas, debo hacer concesiones; entonces  mi osito de peluche que también debe tener frío, me abraza aún más fuerte para evitar que salga de la cama. Admito que me hace gracia los mimos que se gana Núremberg (así se llama mi osito) cuando lo trato de convencer que será solo por unas horas y al anochecer  volveré a sus cálidos brazos.

Mi primer pensamiento es de agradecimiento, principalmente porque me encuentro viva. Es un ritual que desde hace mucho tiempo lo ejercito en cada amanecer. Doy gracias a Dios por innumerables cosas, desde el más mínimo detalle hasta el hecho de que tenga cita ese mismo día con el ginecólogo (es algo que detesto en verdad), entonces me enfoco en los beneficios y no en la incomodidad.


Agradezco el afinado canto de muchos pajaritos que me obsequian antes de la salida del sol; me encanta cuando suena la alarma de mi teléfon, porque tengo programado una canción muy popular llamada “Amparito” de Maracibo 15 y al levantarme comienzo a cantar y a bailar al ritmo de gaita durante todo el año; aunque a los vecinos no se han quejado hasta ahora, trato de bajar el volumen del sonido lo más pronto posible para disfrutarla yo solita.

Al ponerme en movimiento me siento agradecida de poseer un cuerpo sano con el que puedo realizar múltiples tareas, como subir al Ávila, hacer largas caminatas en el Parque del Este, subir escaleras cuando el ascensor decide no funcionar o estar parada por horas en interminables colas para hacer las compras en los supermercados.

Cuando me toca despertar a los príncipes para que asistan a su cole, me debato entre agradecer el tener hijos o el no tener el mal carácter que tenía mi madre a esa hora de la mañana…. aunque de vez en cuando “un mal genio” los despierta más rápido.

No puedo dejar de agradecer la calidad humana de mis amigos que junto a mis hermanos se toman el tiempo para enviar hermosos mensajes de “buenos días” a través del pin desde tempranas horas del día, haciéndome sentir una felicidad infinita.

Tomar un baño veloz, preparar desayuno, loncheras con el almuerzo y sacar a mi perrito hace parte de cada amanecer un momento especial en mi vida. Pero lo es más cuando,  al montar el café matutino, _ cuyo aroma es la inspiración para saludar _ invito  a mis lectores en  las redes sociales, a tomarnos ese brebaje endulzado con reflexión y agradecimiento por poder estar viva…


Yosmar Herrera

lunes, 11 de marzo de 2013

Un llamado especial


Debo confesar que siempre, desde que tengo memoria, he sido una persona emotiva y sensible....mis hermanas me consideran que simplemente soy una  “llorona”.

A medida que fui creciendo en edad y conocimiento _porque de estatura no fue mucho el cambio_  iba identificando cuáles eran esas cosas que hacía que mi corazón se sintiera chiquitito y lo manifestara con lágrimas en los ojos. En principio noté que no solo con las tristezas manifestaba tal ánimo, sino que las alegrías también eran motivo de llanto.

Cuando recién cumplí los quince años me hice el firme propósito de no llorar en público por más emoción que sintiera mi alma. “No es la mejor manera de actuar para una señorita” _decían las mamás de mis compañeras de estudio.

Pero por más “dura” que trataba de ser, había algo que hacía recorrer las lágrimas a través de todo mi rostro, las canciones que interpretábamos el grupo de catequistas que formábamos parte del elenco de Godspell, en el viejo teatro de la Iglesia de Las Mercedes, El Teatro “Cantares”.

Si, fue mi etapa de “artista”, ¡no se rían!, aunque yo no puedo contener la risa al recordar lo “especial” que era, tanto que lo había olvidado; hasta el día que recibí la invitación para ir a ver este maravilloso musical en el Centro Cultural Chacao hace unas semanas.

Se aglomeraron todas esas imágenes en mi cabeza y mi corazón comenzó a latir muy fuerte; hasta el olor del viejo teatro llenó mi memoria. Emocionada busqué los links de los videos subidos a youtube por el nuevo elenco _ muy bueno, por cierto_ de los que la Nota de Prensa hacía referencia  para promocionar tal evento. Al colocar el primero “Junto a ti” http://www.youtube.com/watch?v=DzW4voAhvKs regresaron las lágrimas...

Esta vez no cuento con quince años ni seré yo quien las interprete (¡Gracias a Dios!), pero lo que me  hacía enternecer  como dos décadas atrás aún hoy logra el mismo efecto, al escuchar las letras que habla de amor a Dios y a nuestro prójimo de mil maneras diferentes.

Publiqué la nota de prensa en la revista ( http://seryhumano.com/web/?p=2644 ) al tiempo que les contaba a mis príncipes mi breve experiencia en el teatro cuando tenía la edad que tienen ellos ahora, para lo cual luego de mirarse uno al otro con cara de asombro, y morirse ambos de la risa, me dicen “¡pero mami, si eres fatal cantando!” a lo que contesté, “pero conté con un público que me amaba” y terminamos riéndonos  los tres.

En efecto, Godspell que significa “La llamada de Dios”, fue para aquel entonces un verdadero llamado a mi espíritu. Recuerdo que sentía la necesidad de convertirme en monja porque quería “casarme con Dios” y las letras de las canciones  que no se trata más que de las  parábolas, extraídas principalmente del Evangelio de San Mateo, surtía en mi mente como si el verdadero Cristo representado por mi compañero de tablas, me estaba hablando  personalmente.

Después de tantos años, tener la oportunidad  de llevar a uno de mis príncipes a ver este musical, (gracias a que no me hice monja), fue como hacer un recorrido en la máquina del tiempo, en donde ambos  _mi hijo y yo_  pudimos atender a ese llamado especial, la palabra de Dios hecho música, baile y humor.

De este modo, al asistir a Godspell El Musical, gracias a la invitación que muy gentilmente me hiciere Evelyn Navas, recodé dos cosas que quizás había olvidado: la primera la emoción de estar sobre las tablas, cantando esas mismas canciones que escuchaba en el maravilloso elenco,  compuesto hoy por jóvenes talentosísimos, y la segunda que el ser “llorón” simplemente es experimentar  mi propia humanidad al sintonizar un llamado especial.

Yosmar Herrera /  @yosmarherrera
Fotos: Yosmar Herrera

viernes, 8 de marzo de 2013

Ceguera del Ser


En muchas ocasiones nos quedamos ciegos sin estarlo realmente. Y es que el estar ciegos no implica pérdida de la visión, sino de todos los sentidos; a veces socavamos el más importante: el sentido de la realidad.

La historia universal nos cuenta que Demócrito de Abdera (Tracia 460 aC-370)  cuyo nombre significa "escogido del pueblo", un filósofo que nos heredó obras de ética, se arrancó los ojos para que el espectáculo de la realidad exterior no lo distrajera
En la actualidad no es necesario hacer tal cosa, después de todo, la realidad en ocasiones nos arropa y aún con los cinco sentidos en buenas condiciones vamos por la vida distraídos... o ciegos.

Estoy de acuerdo con lo que opina Mirna Castillo cuando en http://aceptandoretos.bligoo.com.ve/estar-ciegos publica que “cada día aumenta el número de seres ciegos, gracias al tipo de educación y cultura cubiertos de paradigmas condicionantes y limitantes que como seres humanos recibimos de nuestro entorno, sin tomar en cuenta nuestra propia interioridad”.

También en forma de poesía como el verso de Toni García Arias:

Nos volvemos ciegos
el día que no nace para nosotros
y en la oscuridad de ese incierto amanecer
la sed y el agua serán
la misma cosa.

No saber distinguir los sentimientos, como el confundir la admiración con el fanatismo, es una de las cegueras más espeluznantes para la humanidad.

En 1926 el escritor Henry Green publica su primera novela titulada Blindness, en la que muestra que los fenómenos observados desde afuera y aceptados como <<realidad>> son, de hecho,  producto de la ceguera más profunda que la que sufre el protagonista.

Por otro lado el séptimo arte llevó a la gran pantalla otra Blindness, conocida en español como Ceguera o A ciegas, una película de género dramático y suspenso con connotaciones alegóricas de ciencia ficción. Esta fue una adaptación de la novela de 1995 cuyo título fue  Ensayo sobre la ceguera, del Premio Nobel el portugués José Saramago.

Se trata sobre una misteriosa epidemia de ceguera súbita que se desencadena en el mundo y que provoca el total colapso de la sociedad. La película es una metáfora sobre la dependencia a las estructuras sociales y la puesta en marcha de mecanismos desconocidos para sobrevivir. Solo un personaje —la mujer del médico— no pierde la visión y será la encargada de liderar a buen puerto a los ciegos.

Esa es la ficción, pero en la vida real no tenemos por qué esperar por un “héroe” que nos guíe y nos indique cual es una determinada realidad.  Más bien deberíamos agraciarnos en las palabras de Demócrito cuando dice: “nuestra mayor virtud consiste en el equilibrio de las pasiones, logrado a través del saber y la prudencia” y así _ digo yo_ visualizar con verdadero sentido la realidad.

Yosmar Herrera / @yosmarherrera

martes, 26 de febrero de 2013

Son Rumores


“…la gente está diciendo por ahí…”

Recordaba una pegajosa canción de los años 80 del merenguero dominicano Wilfrido Vargas titulada “El Venao”, algo ordinaria para gustos exquisitos en cuanto a música y de una temática delicada y/o de difícil discusión en las relaciones de pareja.

Aunque la letra se refiera de forma jocosa, a la infidelidad de uno de los miembros de la pareja _ en este caso, la mujer_  no es lo que me llama la atención de esta canción en particular, sino más bien a través de que se entera él: de los rumores.

Los rumores son especulaciones no confirmadas que se intentan dar por ciertas con un objetivo determinado, y que condicionan el comportamiento de los demás hacia él por encima de la información objetiva.

Al no ser información contrastada rara vez se difunde de forma abierta, aunque esto no impide que se extienda de forma rápida. La forma tradicional más usada de extender un rumor ha sido siempre el “boca a boca” pero con la aparición de internet, la sociedad ha aprovechado el anonimato que permite este medio para extender todo tipo de rumores.

Es así como las Redes Sociales juegan un papel, a veces protagónico, en lo que se refiere a rumores, al punto que investigadores de la Universidad de Zaragoza_ como lo reseña el portal dossier33.com_ en un estudio, han analizado los modelos de propagación de rumores en las redes sociales, (publicado en la prestigiosa revista Physical Review E.) en el cual se desarrollan nuevas técnicas en el área de marketing viral (boca a boca electrónico) en el área comercial.

Me preguntaba ¿qué sucede cuando los rumores se hacen eco en la población cómo si se tratase de “la verdad verdadera”, como le dicen los abogados?

Los rumores tienen un enorme potencial manipulador de la información social y son transmitidos con gran eficiencia, porque los seres humanos tendemos  ajustar nuestra propia visión del mundo, influyendo en la percepción del resto de nuestros congéneres.

Desde el punto de vista positivo, como indica http://kikirikiaga,blogspot.com/, el rumor se asocia con una medida para conocer la fuerza de la comunicación de una organización o de un tema determinado en los medios de comunicación, pero éste nunca tiene una fuente definida, por lo que desafortunadamente, crea en muchos casos una incertidumbre informativa.

Es innegable la increíble influencia de las redes sociales en la actualidad, para transmitir y recibir información, tomando en cuenta que entre Facebook y Twitter_ las más frecuentadas_ tienen un aproximado de mil millones de personas como suscriptores, es de suponer que cualquier cosa compartida entre ellos tenga un impacto en la sociedad.

Creo sinceramente que para todos los que hacemos uso de las redes sociales_ sea cual fuere ésta_ y más aún para los comunicadores sociales, el buscar, investigar, escudriñar, y determinar cuál es la fuente de cualquier  “información por inocente” que sea, es un imperativo, de lo contrario es preferible hacer caso omiso tarareando la letra de la canción con que comencé el artículo, “no hagas caso, son rumores, son rumores”.

Yosmar Herrera @yosmarherrera

lunes, 25 de febrero de 2013

El Síndrome de Susanita


"Mi esposo será alto, morocho y sin madre, y nunca nada se interpondrá entre nosotros." Susanita

En una oportunidad conversando con un gran amigo me dijo que yo era la propia “Susanita” del mundo, para lo cual asombrada de su descripción hacia mi persona, solo atiné a decir, “pero si yo me creía era una Mafalda, preocupada por la humanidad y la paz mundial,  rebelándome  contra el mundo legado por sus antecesores...”

No tenía idea del por qué mi amigo me veía con las características de la típica Susanita: pedante, clasista, egoísta, perspicaz y pícara, además de  snob; definitivamente yo no podía personificar tal capricho de la naturaleza.

Pero indagando en dicho personaje descubrí que Susanita tienía otro rasgo, que  en realidad era el que veía mi amigo. El objetivo en la vida de Susanita era el de tener un marido y muchos hijos  Y sin que yo lo mencionara alguna vez en voz alta, mi amigo se percató _ en dicha  conversación  _ que era precisamente eso,  el rol clásicamente asociado a la mujer doméstica, la manera que me definía a mi misma como mujer.

La cabeza me daba vuelta cada vez que me acordaba de eso. Hasta que me topé con un artículo del psicólogo César Landaeta, donde habla precisamente del Síndrome de Susanita. Debo admitir que fue un balde de agua fría darme cuenta de lo mucho que me acerqué  con mis acciones y pensamientos a lo que dice el especialista; sin embargo, también debo darme crédito, al estar consciente de mi propia superación.

Landaeta explica que las mujeres aquejadas del síndrome de Susanita son aquellas que se han adherido fielmente a la causa de los juegos florales, de las casas de muñecas y de los finales felices de los melodramas de Corín Tellado.

Yo pregunto: ¿A qué mujer no le gusta un hermoso ramo de flores? Y ¿a qué niña no le gusta una casa de muñecas? Leí muy poco a Corín Tellado, no me parecía realista; pero aún me derriten los cuentos de Disney y sus finales felices. (Por favor, ¡no me juzguen por eso!).

Continua el psicólogo diciendo que “ellas están profundamente convencidas de que “sin boda no hay vida”, y a través de esa óptica canalizan casi todos sus impulsos vitales”.

Está bien, me casé joven, eso no es un delito: Sólo porque el amor llamó a mi puerta cuando apenas salía de la adolescencia no me define como una Susanita; que yo sepa casarse a esas edades es lo típico en los países latinoamericanos, se trata de algo cultural. Además lo hice “como Dios manda”, virgen, por la iglesia y con vestido blanco. Mi madre decía, mientras el auto hacía el recorrido a la “boda de ensueño” (eso fue sarcasmo), “qué importa si la ascensorista creyó que ibas hacer tu Primera Comunión, lo importante es que te vieron salir de tu casa “adecuadamente” y no como a otras chicas de la urbanización, preñadas o escapadas, ¡qué horror!”.

Según Landaeta, el inapelable instructivo familiar con el cual se han formado las Susanitas, es el que buscan siempre al <<buen partido>>, el cual debe reunir condiciones que superan con creces lo estrictamente económico.

Aquí debo darle un parado al asunto, porque viendo en retrospectiva, en ese momento de mi vida, mi concentración y esfuerzo  se encontraban en ser Yo ese <<buen partido>>, y no para otro, sino para mí misma. Deseaba con todo mi corazón (además de dos trabajo – uno en la mañana, otro en la tarde_ y asistir a la universidad en la noche), ser una profesional y superar la media de estudios en casa, porque el único que se había graduado era un tío materno (el mismo que me llevó hasta el altar). Los demás solo tenían aprobado primaria; eso incluía a mis padres.

Trabajé desde los 12 años, limpiando los días de semana las casas de las amigas de mi madre y vendiendo en tiendas por departamento, en el centro de la ciudad los fines de semana. Por supuesto, que para mí el concepto de “vacaciones” está íntimamente ligado al concepto de trabajo y no al de diversión o esparcimiento.

No me quejo, porque con lo que ganaba me pagué mi bachillerato y aun cuando no fui tan “brillante” como para obtener las notas necesarias para la carrera que deseaba estudiar, ingresé a una universidad por mis propios méritos (y mi propio dinero).
Continuando con lo que dice el psicólogo _en cuanto a la búsqueda del marido_ en su artículo diceque, las Susanitas, tienen una lista de chequeo personal, en donde existen categorías a menudo muy definidas, como por ejemplo, que sea aseado, casero, abstemio, religioso, entregado, fiel y obediente. En resumen, un hombre muy al estilo de la <<perfecta ama de casa>>, pero en masculino.

¿Existe alguna mujer que lea todo esto y niegue algo de esa “lista”? Seamos sinceras, con veinte años de edad, ¿cómo describirías a tu hombre ideal?
Además, el especialista afirma que las aspiraciones de las Susanitas  son hacer con ese <<príncipe azul>> un nido de amor perdurable _ e impecable_, y son capaces de cualquier proeza o entrega con tal de realizar el sueño.

Ahora soy yo quien no puede negarlo; con tal de hacer validar un sueño olvidé otro. Mi flamante esposo había terminado su duro postgrado de neurocirugía, ¡qué orgullosa me sentía!, porque estuve allí con él, sabía todo el esfuerzo _ guardias de 36 horas seguidas, exámenes, horas parado frente a una mesa de quirófano, etc_ y sacrificios, que significó la culminación de esa meta, de hecho para ambos, porque su sueldo no nos alcanzaba ni para el mercado.

¡ok! No me señalen, sé que cuando me pidió que dejara de trabajar, lo sentí como un halago. “Mi abusa (así me llamaba), para qué vas a trabajar, si te quedas en casa, tendrás más tiempo para estudiar, además cuando yo llegue del hospital no tengo que esperarte, más bien me esperas tu con la comida servida”.

¿En qué clase de nebulosa me encontraba yo, cuando creí que lo que me decía era “romántico”? Pero peor fue cuando el susodicho consideró que la ciudad donde vivíamos _ la capital_ no le daría la oportunidad laboral que él esperaba, solo abrió la boca, _ propuso una mudanza de 500 km _y yo ya estaba haciendo las maletas para ir en busca de las metas de “ambos”.

Y así fue que aterricé en una “ciudad” con 4 calles, un cine destartalado, una población cuya idiosincrasia jamás pude adherirme  y no tenía, para ese entonces, la facultad de derecho para continuar mis estudios. Sin contar que tampoco tenía familia ni amigos en el lugar. Si, ya pueden decirme lo que piensan, “en nombre del amor” yo era una ¡IDIOTA!

O lo mismo que dice mi amigo César (ya debería tutearlo ¿no?, “en sus mentes existen espacios enormes para la ensoñación amorosa y en ellos albergan toda la fantasía que les pueda permitir el rango de la normalidad”.

También dice, que “por lo común, estas mujeres tienen una <<hora señalada>> o plazo fijo para alcanzar sus metas matrimoniales y maternales”.

Ya dejé claro el asunto del matrimonio... ahora lo de la maternidad fue curioso, es decir, soñaba  con tener un bebé en mi “panza” cuando jugaba con mis hermanitas, ¿acaso las niñas de ahora no lo hacen?; pero  ya era una adulta, casada, era el siguiente paso ¿no?
No es que estaba desesperada por el famoso “reloj biológico”. Creo que me cansé de verme sola en un apartamento todo el día, esperando a que llegara mi adorado y ocupado esposo; es cuando comenzó  el sueño recurrente de tener un bebé. Sólo pensé que tenía con quien hacerlo realidad después de todo.

Una personita a quien brindarle todo mi amor, cariño y atención. Dos años después llegó otro hermoso miembro a la familia. Realmente desbordaba felicidad, aunque el asunto ese, de ser profesional y valerme por mi misma, de vez en cuando se presentaba como un vacío que tocaba las puertas de mi corazón, y era en ese instante que hacía exactamente lo que Landaeta describe como “poner mi máximo  esfuerzo por ser la esposa y madre ideal”.
Entregada denodadamente al servicio de la casa, del marido y de los hijos, la “madre abnegada” ¡pues! sobreprotectora, hipersensible y omnipresente para la familia.

El psicólogo también considera que las Susanitas luchan a brazo partido por mantener la vigencia de la unión, al precio que haya que pagar.

En este punto le doy todo el crédito al especialista, porque aun cuando mi esposo no tenía tiempo, más que para su trabajo, y siempre se sentía cansado, ya fuera para compartir una cena o la cama, no me percaté que ello se convirtió en lo normal. Como también lo fue las impertinentes y constantes intervenciones de la familia, al grado de aceptar agresiones físicas y psicológicas de ella, nunca pasó por mi “sistema operativo mental” la idea del divorcio.

La sola mención de tan temido espectro, me erizaba la piel, tal y como lo describe Landaeta.
Llegó un momento en que el “matrimonio feliz” _solo en mis sueños_ se convirtió en una verdadera pesadilla, en una enfermiza relación de codependencia emocional y supongo que sin una eficiente comunicación, la infidelidad era hasta cierto punto inevitable... lo cual fue la gota que derramó el vaso. Pero eso se los cuento en otra ocasión.

En la actualidad creo haber superado muchas cosas y poseer una combinación sana entre Susanita y Mafalda. Soy tan  ingeniosa como irreverente, tan reflexiva como contestataria, sin dejar de lado mi sentido de fantasía con respecto al hogar, la maternidad y el amor de pareja.

Yosmar Herrera @yosmarherrera