lunes, 13 de agosto de 2012

Es tres, es cuatro, es cinco…


Comienza el día porque el reloj con su insistente alarma así lo indica. Estirar los músculos y agradecer a Dios sería lo que comúnmente haría esta joven mamá a diario; pero inexplicablemente llevaba ya varias semanas gruñendo al despuntar el alba, con un incontrolable deseo de que realmente no amaneciera.

Ni siquiera se había percatado de su cambio de humor en los últimos días; sonreía menos, y ser amable estaba fuera de sus prioridades como ciudadana. Era cierto, siempre tenía más cosas que hacer, en una lista interminable y poco realista, que horas del día. Pero no es la única, a todas las mamás, trabajasen fuera del hogar o no, les sucede lo mismo, el tiempo les es siempre escurridizo.

Contar con poco apoyo en casa, salir a laborar en una ciudad aventajada con un sinfín de vehículos, lidiar con dos excéntricos adolescentes, aún estar cursando estudios universitarios y emprender su propio negocio, ¡todo al mismo tiempo!, se tornaba, para ella en ocasiones, en la esencia de esa famosa frase que decían sus amigas, “mucho con demasiado”.


Y eso de amistades, sólo en el sentido estricto de un “pin”, porque en su lista no había tiempo para tomarse un real café, sino de los pocos aromáticos virtuales.
Esa mañana era tan atropellada como cualquier otra en el año escolar, salvo que se ganaría lo que nunca pensó que estaría en su expediente de tránsito: una multa.

Un día con un ambiente húmedo y mal humor por doquier, ya había discutido con sus hijos por enésima vez, iba tarde al trabajo por las interminables colas caraqueñas… un día normal, ¡pues!; a pesar de la jarra de café no se le quitaba la somnolencia, y el ardor en el estómago apuntó a niveles excesivos, que le causó una mueca en su rostro que olvidó maquillar, como también olvidó colocar el manos libres al recibir una llamada por su BlackBerry, mientras trataba de hacerse imponer en el tránsito.


La llamada pudo haberla dejado pasar, total era sólo para quejarse de lo mal que iba uno de sus querubines en su  colegio; pero no, no sólo contestó la llamada, sino que se  instaló a hablar como si se estuviera haciendo las “mechas” en el salón de belleza, y cuando entraba en calor en la tertulia, pasó la “autoridad”, dos motorizados de la policía del municipio, que obviaron las muchas infracciones de los demás motorizados civiles, pero no su conversación telefónica sin “manos libres”.

Uno de ellos le hace seña que se a orille, la cual, hasta el día de hoy ni idea de por qué decidió  ignorar. Y gracias a Dios había cola, porque de lo contrario, hubiera protagonizado un reality  de persecución muy a lo criollo; por supuesto, que los policías en cuestión se adelantaron a su auto para así hacerla entender que debía obedecer sus órdenes.

Ella se sintió indignada, cerró la llamada con un “¡Ups¡ te llamo luego” e hizo algo que jamás, ni en su más retorcidos sueños de “cómo una madre puede dar un mal ejemplo”, se habría imaginado hacer: le lanzó la camioneta a uno de los policías que en ese momento  ya se había bajado de su motocicleta.
Afortunadamente, el policía tenía buenos reflejos y se apartó a tiempo y le llegó a un costado, para pedirle los papeles. No contenta con lo que acababa de hacer, bajo el vidrio y comenzó a insultar a la autoridad…

Les dejo a su imaginación si el relato anterior es de ficción o no, lo que no es una fantasía es que la señora de dicho relato tenía los síntomas inequívocos del estrés.

El estrés _de acuerdo con la Gran Enciclopedia Espasa_se define como un estado de fatiga física y psicológica del individuo, provocado por exceso de trabajo, desordenes emocionales o cuadros de ansiedad. Aunque en ocasiones constituye el motor de nuestras vidas, es ante todo uno de los más feroces enemigos.

En las librerías se encuentra una gran variedad de literatura al respecto, tanto como para identificarlo, pasando por los antecedentes históricos del mismo,  causas y  utilidad, como para evitarlo.

El autor de “Muchas vidas, muchos maestros” y “Lazos de amor”, doctor Brian Weiss, escribió un sencillo pero muy didáctico libro que trata el problema del estrés, desde diferentes ámbitos de la vida del ser humano. Se trata de “Eliminar El Estrés” que además trae un práctico CD que enseña “cómo superar este flagelo, mejorar la salud mental y física para lograr la armonía interior”.

El doctor Weiss, considera que “nuestra evolución espiritual y nuestra capacidad de recuperar un estado de salud normal y equilibrada no han progresado a la misma velocidad que los factores tecnológicos –por nombrar un ejemplo- causantes del estrés”. Opina, sin duda alguna, que “en el mundo actual, nuestro cuerpo no dispone de tiempo para invertir los efectos fisiológicos dañinos. Así pues, continuamente estamos sumergidos en las hormonas del estrés, pagando por ello un elevado precio físico y mental”.

Así como, la multa que debió pagar la protagonista del episodio  que les conté al principio, no sólo por hablar por el celular sin el dispositivo de manos libres, sino por no entender que es muy perjudicial no saber manejar correctamente el estrés, como lo dice el reconocidísimo psiquiatra  “liberarnos de las emociones y los pensamientos negativos y descubrir la paz interior, la alegría y la felicidad es nuestro verdadero objetivo en la vida”.

Yosmar Herrera

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